sábado, 9 de agosto de 2008

LITERATURA EROTIKA..."PETICION" GIOCONDA BELLI

Vestime de amor
que estoy desnuda;
que estoy como ciudad
-deshabitada-
sorda de ruidos,
tiritando de trinos,
reseca hoja quebradiza de marzo.
Rodeame de gozo
que no nací para estar triste
y la tristeza me queda floja
como ropa que no me pertenece.
Quiero encenderme de nuevo
olvidarme del sabor salado de las lágrimas
-los huecos en los lirios,
la golondrina muerta en el balcón-.
Volver a refrescarme de brisa risa,
reventada ola
mar sobre las peñas de mi infancia,
astro en las manos,
linterna eterna del camino hacia el espejo
donde volver a mirarme
de cuerpo entero,
protegida
tomada de la mano,
de la luz,
de grama verde y volcanes;
lleno mi pelo de gorriones,
dedos reventando en mariposas
el aire enredado en mis dientes,
retornando a su orden
de universo habitado por centauros.
Vestime de amor
que estoy desnuda.
poetisa nicaraguense

sábado, 2 de agosto de 2008

ESCRITO EROTIKO..."EL FIN DE MI PRINCIPIO"

Llegará el día que la voluptuosidad de tus caderas serán mías. Un día en que girarás tu torso desnudo y tu espalda lasciva me invitará a explorar el camino oscuro que se esconde entre tus nalgas, tan prohibidas, tan deseadas.
Llegará el día que mi lengua seguirá de largo hasta esa oscuridad enloquecedora, jugaré con tu círculo negro, profundo, virgen. Jugaré con mi saliva escurriéndose como un río por su cauce, con la humedad de tu vagina llevada por mi dedo hasta el centro de mi perdición, con mi aliento cálido y seco que quiere comerte a mordiscones.
Jugaré con tu negación que me excita, con mi pene pincelando rayas blancas sobre tu raya marrón.
Jugaré con tu nuca que me pierde y cuando tu cuerpo se olvide de mis intenciones y se deje llevar por la pasión morderé tu cuello, penetraré tu fosa, hundiré mis dedos en tu vagina, tu espalda se arqueará, gritarás, yo intentaré salirme pero tus caderas ansiosas empujarán con fuerza hasta el fin de mi principio.

viernes, 1 de agosto de 2008

LITERATURA EROTIKA..."HÁGASE COMO SE ORDENA" MARQUÉS DE SADE

Hágase como se ordena[Cuento. Texto completo] Marqués de Sade
-Hija mía -dice la baronesa De Fréval a la mayor de sus hijas, que iba a casarse al día siguiente-, sois hermosa como un ángel; apenas habéis cumplido vuestro decimotercer año y es imposible ser más tierna y más encantadora; parece como si el mismísimo amor se hubiera recreado en dibujar vuestras facciones, y sin embargo os veis obligada a convertiros mañana en esposa de un viejo picapleitos, cuyas manías son de lo más sospechosas... Es un compromiso que me desagrada extraordinariamente, pero vuestro padre lo quiere. Yo deseaba hacer de vos una mujer de elevada posición, pero ya no es posible; estáis destinada a cargar toda vuestra vida con el ingrato título de presidenta... Lo que más me desespera es que no llegaréis a serlo más que a medias... El pudor me impide explicaros esto, hija mía..., pero es que esos viejos tunantes, que acostumbran a juzgar al prójimo sin saber juzgarse a sí mismos, tienen caprichos tan barrocos, habituados a una vida en el seno de la indolencia... Esos bribones se corrompen desde que nacen, se hunden en el libertinaje, y arrastrándose en el impuro fango de las leyes de Justiniano y de las obscenidades de la capital, como la culebra que no levanta la cabeza más que de cuando en cuando para devorar insectos, sólo se les ve salir de él a base de reprimendas o de alguna detención. Así, pues, escuchadme, hija mía, y manteneos erguida..., porque si inclináis la cabeza de esa forma complaceréis extraordinariamente al señor presidente, y no me extrañaría que os la pusiera a menudo mirando a la pared... En una palabra, hija mía, se trata de lo siguiente: negad rotundamente a vuestro marido lo primero que os proponga; estamos convencidos de que esa primera proposición será, sin la menor duda, de lo más indecente e intolerable... Conocemos sus gustos; hace ya cuarenta años que, llevado de convicciones totalmente ridículas, ese maldito pícaro afeminado tiene la costumbre de tomarlo todo única y exclusivamente por detrás. Así, pues, hija mía, vos os negaréis, ¿me oís?, y le contestaréis: «No, señor, por cualquier otro sitio que os guste, pero por ahí, de ninguna manera.» Dicho esto, se ponen a engalanar a la señorita De Fréval; la arreglan, la bañan, la perfuman. Llega el presidente, con el pelo ensortijado como un querubín, empolvado hasta los hombros, gangoso, chillón, balbuciendo leyes y diciendo cómo tiene que ser el Estado. Gracias al arreglo de su peluca, de su traje ajustado, de sus carnes prietas y restallantes, apenas se le calcularían cuarenta años, aunque tenía cerca de sesenta. Aparece la novia, él le hace unas carantoñas y en los ojos del leguleyo se puede ya leer toda la depravación de su alma. Al fin llega el momento... la desnuda, se acuestan y por una vez en su vida, el presidente, bien por tomarse un poco más de tiempo para educar a su discípula o bien por temor a los sarcasmos que podrían ser fruto de las indiscreciones de su mujer, no piensa más que en cosechar placeres legítimos. Pero la señorita De Fréval ha sido bien educada. La señorita De Fréval, que se acuerda de que su mamá le ha aconsejado que rechazara con toda firmeza las primeras proposiciones que le fueran a hacer, no desperdicia la ocasión y le dice al presidente: -No, señor, por mucho que queráis no ha de ser así; por cualquier otro sitio que os guste, pero por ahí, de ninguna manera. -Señora -contesta el presidente estupefacto-, debo protestar... estoy haciendo un esfuerzo... en realidad es una virtud. -No, señor, por más que insistáis nunca accederé a eso. -Muy bien, señora, hay que teneros contenta -responde el picapleitos, tomando posesión de su enclave predilecto-. Mucho sentiría disgustaros y más en vuestra noche de bodas, pero tened cuidado, señora, pues en el futuro, por mucho que me lo roguéis, ya no podréis hacer que varíe mi rumbo. -Me parece muy bien, señor -contesta la joven, buscando la postura-, no temáis que no os lo he de pedir. -Entonces, ya que así lo queréis, adelante -contesta el hombre de bien, mientras se acomoda-. En nombre de Ganímedes y de Sócrates, ¡hágase como se ordena! FIN

martes, 22 de julio de 2008

ESCRITO EROTIKO..."LA SOÑADORA"

Estoy en mi cama, me he quedado dormida y tu recuerdo se cuela entre mis sueños. Mi mente te proyecta y te veo. Tu cuerpo desnudo sobre el mío, yo desnuda bajo el tuyo. Extiendo mis manos queriendo acariciarte y no te alcanzo, arqueo mi espalda para que mi sexo roce el tuyo y excitado me penetre, me monte, galope sobre mi valle húmedo, se adentre en el sudor del placer que se escurre por mi entrepierna y hace arquear más mi espalda pero no te alcanzo y un espasmo se adueña de mi cuerpo, una fiebre agónica me sacude y tirito, copulo con tu imagen que sólo es aire y mis manos que son tu pene me penetran con sus dedos y me engañan, juegan con mi sueño, se disfrazan de tu imagen, satisfacen este dolor vaginal causado por el placer de sentirte y no tenerte. Los dedos se multiplican frotando, fregando el botón de mi rosita que crece, se moja, mi boca que besa el fantasma de tu boca, mi lengua se asoma, te busca, mi nariz olfatea queriendo encontrarte y sólo copulo con el aire. Estás, te veo, te siento, como un fantasma acaricias mi cuerpo, sales de mi vagina y recorres mi vientre, subes hasta mis pechos, los acaricias, los pellizcas. Mis piernas se extienden, se abren, te esperan y sólo copulo con el aire. Te adentras en mí, mi brazo se mueve a su propio ritmo y me lleva junto con vos a un desvarío donde ya no sé si duermo, si sueño o realmente estás ahí. Gimo, mi garganta clama por la saliva de tu boca, tu pene, mi mano que me pierde hasta que la petite morte me lleva al más allá.

viernes, 11 de julio de 2008

ESCRITO EROTIKO..."LA VENGADORA"

Me quiero vengar por hacerme sentir una mezcla de odio y deseo. Por mi cuerpo que no te olvida, por mis pensamientos que te detestan. Por mis ilusiones hechas trizas y por tus caricias que me elevaron. Me quiero vengar y por eso endulzo tus oídos suplicándote que nos encontremos en tu casa, porque los hombres nunca rechazan a una mujer, porque nunca piensan con la cabeza o será porque justamente siempre piensan con ella que una los puede engatusar. Me quiero vengar por eso cuando llego te beso la comisura de tus labios, tomo tu mano y te llevo al dormitorio. Te desnudo lentamente, desprendo uno a uno los botones de tu camisa y la deslizo por tus brazos, tu boca respira deseo en mi cuello, me erizo y me agacho mientras desprendo el cinto de tu pantalón, bajo el cierre y este cae presuroso al piso. Tus manos me quieren imitar pero hoy yo dirijo el juego y te empujo sobre la cama y ante tu sorpresa saco un par de esposas y con ellas aprisiono tus muñecas a los barrotes de la cama. Enciendo la música y me envuelvo en su melodía mientras comienzo un baile erótico que me desnuda. Veo tu pene encendiéndose bajo tu slip y te libero de él, quiero verlo al rojo vivo, ver como se ensancha, se erecta buscando mi agujero húmedo que lo ayude a calmar su pasión. Pero hoy sólo me quiero vengar y mi baile, ya sin ropa, continúa conmigo misma, con mis manos que me recorren, me acarician, llegan hasta mi vagina húmeda de deseo y mis dedos se mojan en su jugo y suben hasta mi boca y me relamo de placer, los vuelvo a mojar y acaricio con ellos la comisura de tu boca. Tu lengua se saborea, me pide más y me subo a la cama y dejo mi vagina frente a tu cara, para que la huelas, la saborees, le ruegues que caiga sobre tu pene que ya estalla. -Hoy no mi vida- pienso dentro de mí y me siento a los pies de la cama, frente a vos y tomo tu pie, lamo tus dedos, con uno de ellos recorro mi sexo que empapa tus sentidos, me suplicas que te suelte, forcejeas con las esposas que te mantienen alejado de mí. Tu pie vibra en mi entrepierna, mi vulva a punto de estallar, tu pene que suplica mientras una lágrima blanca rueda por su erección. Cierro los ojos y un vuelo orgásmico sacude mi cuerpo, me aferro a tu pie, lo adentro más, gimes ya no sé si de placer o de dolor, gimo de placer, de dolor hasta que llego al climáx y mi respiración recupera su ritmo, abro los ojos y veo el mar de espuma blanca salpicando tu vientre. Me levanto calmada, tu mirada me sigue, tus manos vencidas cuelgan del respaldar, me visto tranquila, te tiro las llaves de las esposas y me voy.

miércoles, 2 de julio de 2008

ESCRITO EROTIKO... "MALA AMANTE"

No sé porque no puedo ser mi amante, fundirme en un abrazo y dejarme llevar por mis caricias. A veces, en la soledad de mi alcoba quisiera terminar esas interminables charlas conmigo en un trémulo placer vaginal, pero mi cuerpo se niega, mi razón no me abandona y me quedo en el amague de un sexo unipersonal.
Mil y un intentos, mil y una noches solitarias deseando poder adentrarme en la intimidad de mi vagina, recorrerla con los ojos cerrados, imaginar su forma, sus labios, sentir la exitación que poco a poco se apodera de ella y que lleva a mi corazón a galopar con más fuerza.
Tal vez es miedo a cerrarme más en esta soledad y al final de mis días quedarme sola conmigo y no necesitar nunca más el calor de otro ser...

jueves, 26 de junio de 2008

POESÍA EROTIKA... "SUEÑO"

Te imagino en mis sueños
y copulo con el aire.
Tu imagen tan nítida
mi cuerpo que se engaña
y desea que lo penetres
pero no estás ahí,
pareciera que sí
pero sólo sos un sueño.
Y mi cuerpo que se arquea,
se humedece,
te busca
y sólo copula con el aire.
Quiero sentir tu sexo
y lo busco a tientas
con los ojos cerrados
porque sueño,
con el cuerpo encendido
porque lo deseo,
pero sólo copula con el aire.

miércoles, 18 de junio de 2008

GENERIQUE NOS DELEITA CON OTRO RELATO..."INOCENCIA PERDIDA"

Young Lust. - Pink Floyd (música recomendada por Generique)
Inocencia Perdida
Hace apenas un par de semanas que Mario llegó a la gran ciudad; tan pronto como terminó sus estudios vino en busca de una oportunidad para sobresalir, a pesar de las protestas de su padre. Su padre opina que nada bueno puede salir de la gran ciudad. Mario, en cambio, piensa que es el lugar donde hay que estar, si se quiere llegar a ser algo en la vida. Y ahora que ha contado con la fortuna de encontrar trabajo, casi tan pronto como llegó, está más convencido que nunca. Hoy, sin embargo, el día no ha empezado demasiado bien.Alguien ha olvidado incluir algunos documentos en el paquete que se le envió hace algunos días al contador y el director ha montado en cólera. La oficina completa parece un hormiguero en fuego, así que Mario se sintió aliviado cuando decidieron que sería él quién le llevara los documentos al contador.Anna, la recepcionista, se disculpó con Mario por no enviarlo en taxi mientras le entregaba un sobre con los documentos. - “El tráfico es imposible a esta hora y tienes que cruzar la ciudad, irás mejor en el subterráneo” le dijo antes de recordarle, una vez más, que debía estar con el contador antes del medio día.Todo el entusiasmo que tenía Mario por llevar tan importante misión fuera de la oficina casi se esfuma en cuanto puso un pié fuera del edificio. Hacía demasiado calor y el tráfico y la acera eran un verdadero caos. Aún no se acostumbraba Mario al ritmo de la ciudad, autos y gente iban y venían en un desfile interminable y mientras se aflojaba un poco la corbata y desabrochaba el primer botón de su camisa, Mario empezó a caminar hacia la entrada del subterráneo, que se encuentra a dos cuadras del edificio donde trabaja.El andén estaba a reventar y por un minuto Mario consideró esperar a que éste se despejara un poco antes de siquiera intentar acercarse a las vías; pero las indicaciones habían sido claras: tenía que llegar a su destino antes del medio día. Y no quería ni imaginar que podría pasar si llegaba tarde así que, como pudo, se coló entre la gente para acomodarse casi en la orilla del anden, esperando que el próximo subterráneo llegara pronto.El pánico casi se apodera de Mario cuando finalmente arribó el subterráneo. Abordarlo fue todo un logro y por un momento creyó que las puertas cerrarían sobre él, dejando la mitad de su cuerpo dentro del vagón, mientras que la otra mitad permanecía aún en el andén. Pronto el subterráneo se puso en marcha. Doce estaciones hasta la terminal, en un recorrido de unos cincuenta minutos, es lo que le esperaba a Mario.Para cuando el subterráneo dejó la tercera estación Mario ya había logrado colocarse al frente del vagón donde viajaba, junto a la puerta que separa los vagones, misma que parecía estar firmemente cerrada. En esta posición Mario, aunque no mucho más cómodo que antes, se sentía mucho más en control de la situación. Se encontraba a una corta distancia de la puerta lateral, lo que resultaba prudente en caso que fuera necesario abandonar el subterráneo en una emergencia y, al menos, ahora tenía la espalda contra una superficie sólida.Fue entonces cuando Mario empezó a tomar mayor conciencia del entorno que lo rodeaba. -“Una lata de sardinas, si.” Fue lo primero que dijo Mario para si mismo cuando observó detenidamente la situación, aunque pensándolo un poco más, cambió de opinión. -“No” se dijo, -“seguramente las sardinas se encuentran más cómodas... aunque si huele un poco como una lata de sardinas, una que ha estado abierta demasiado tiempo.”Cuando las puertas del subterráneo volvieron a abrirse en la quinta estación, el corazón de Mario dio un salto. Entre un río revuelto de gente que entraba y salía por la misma puerta que Mario había entrado estaciones atrás, y que ahora se encontraba a unos metros de él, entró la mujer mas hermosa que Mario hubiese visto jamás, una trigueña con los ojos más cautivantes que cualquier mujer pudiera tener.El que nadie pareciera notar a tan bella mujer, sumado a los empujones y apachurrones de los que ella era víctima, molestó un poco a Mario. Pero su malestar dio paso a una leve esperanza cuando notó que ella se encontraba cada vez más cerca de él. Quizá tan sólo empujada por aquella marea de gente, quizá, justo como Mario hizo, buscando la relativa seguridad al frente del vagón, la trigueña estaba cada vez más cerca de Mario. No habían pasado todavía dos estaciones desde que Mario vio por primera vez a la trigueña, a la mujer más perfecta que cualquiera pudiera desear, cuando ella estaba a ya sólo unos centímetros de dónde Mario viajaba.Cuando el subterráneo se detuvo agresivamente en la séptima estación y toda la gente en el vagón se sacudió violentamente, como lo hacía cada vez que el subterráneo se detenía o daba un salto, Mario se sorprendió al descubrir que la trigueña había sido arrojada contra su cuerpo. Ella se limitó a deslizar su mano junto al cuerpo de Mario, para finalmente recargarla en mismo muro sobre el cuál Mario viajaba recargado. Con un rápido movimiento, la trigueña se impulsó ligeramente para separarse un poco de Mario. La trigueña dejó su mano sobre el muro y viajaba ahora realmente cerca de Mario, con su cuerpo casi rozando el de él.Por un momento Mario pensó en decirle algo a la trigueña pero antes que pudiera articular palabra alguna el ruido que producía el subterráneo, que se había puesto ya en marcha, opacaba todo lo demás. Mario, entonces, se limitó a rodear parcialmente a la trigueña con su brazo, mientras que con su palma extendida procuraba mantener a distancia a cualquiera que se acercaba demasiado a ellos. Sentía que la protegía y esto le produjo cierta satisfacción.Con cada tumbo y cada salto, que el subterráneo daba, Mario disfrutaba como las tetas de la trigueña rozaban contra la parte alta de su vientre, mientras él olía su cabello que estaba muy cerca de su rostro. Y por un instante se sintió avergonzado cuando se dio cuenta que la trigueña seguramente podía sentir su excitación, que no podía ser mayor. Pero pronto se dio cuenta que aún cuando el vagón se encontraba ya ligeramente más vacío y a pesar que él estaba manteniendo al resto de los pasajeros a raya, la trigueña en vez de retirarse a una distancia prudente estaba cada vez estaba más cerca de él, con su cuerpo ahora casi completamente recargando sobre el suyo, y Mario se olvidó de todo lo demás, disfrutando de su suerte.“Cuando lleguemos a la terminal,” pensó Mario, “la tomaré de la mano y ya fuera del subterráneo, fuera de esta locura, podremos hablar un poco. Si.”Apenas dejaba el subterráneo la novena estación, rumbo a la décima, cuando la trigueña reclinó su cabeza sobre el pecho de Mario y mientras el corazón de Mario latía apresuradamente la mano que ella había mantenido recargada en el muro detrás de él pronto lo sujetó por la cintura seguida poco después de su otra mano y, un instante después, la trigueña estaba ya acariciando y apretándole con pasión las nalgas a Mario.Mario, apenas conteniendo su excitación y procurando, sin mucho éxito ocultar un poco su entusiasmo, rodeo la cintura de la trigueña con sus manos, deslizándolas luego más abajo, para acariciarle suavemente las nalgas. No había tocado antes a ninguna mujer tan perfecta como ésta y aún así el acariciaba suavemente, conteniéndose un poco avanzaba lentamente, tal vez por su natural timidez, tal vez por pudor, mientras que ella procedía con mayor firmeza y con mucha más energía.Justo cuando el subterráneo comenzó a disminuir la velocidad, anunciando la proximidad de la décima estación, la trigueña llevó sus manos a la cintura de Mario, se separó un poco de él y levantó la cabeza para mirarlo a los ojos. Mario deslizó sus manos con suavidad a la cintura de ella. Se encontraban aún unidos por la cintura, con sus rostros a sólo unos centímetros uno del otro cuando el subterráneo frenó en la estación y ella puso una de sus manos en el pecho de Mario, para mantener esa corta distancia entre sus rostros.Y mientras Mario se perdía en los ojos de la trigueña ella retiró la mano del pecho de él, para llevarla hacia su propio rostro y besar suavemente sus dedos índice y medio colocándolos después justo sobre los labios de Mario.Fue entonces cuando la trigueña, de súbito, dio un paso atrás. Y con sólo una sonrisa en su rostro dio media vuelta, siguieron unos cuantos pasos, tan ligeros como ágiles, y la trigueña atravesaba ya las puertas de salida del vagón.Cuando Mario pudo reaccionar dio dos torpes saltos siguiendo a la trigueña, para terminar poniendo ambas manos sobre las ventanas de las puertas que le cerraron el paso. -“¡Hey!¡Espera!” Le gritó, mientras ella apenas volteo el rostro para regalarle una coqueta sonrisa mientras levantaba ligeramente los hombros. -“¡Deténganla!” Siguió Mario, con la voz ahora ahogada por el ruido del subterráneo que ya reiniciaba su marcha, -“¡deténganla... que me ha robado la cartera!”

miércoles, 11 de junio de 2008

MUSICA EROTIKA... "PERSIANA AMERICANA"

Persiana Americana - Soda Stereo "tus ropas caen lentamente, soy un espía, un espectador"

sábado, 7 de junio de 2008

ESCRITO EROTIKO... "LA PERRA"

Guardo en mi alma todos mis sentimientos, esos buenos sentimientos y cierro con siete llaves el cofre para que no osen salir y desato la perra mal parida que habita sólo en algunas mujeres y que en mí estaba escondida. Suelto la cadena que la tiene atada y con furia de venganza agarra entre sus patas mi corazón y lo mordisquea hasta deshacerlo en mil pedazos. Ella sabe que sólo al principio dolerá pero luego mi sangre se irá helando, mis lagrimales secando y ya no necesitaré más el calor de un abrazo, el fuego de un beso derritiendo mis labios, ni escuchar esos tontos “te quiero” que hacían aletear mariposas en mi panza, ellas también han sucumbido bajo las patas de su venganza, por eso siento un vacío en la boca del estómago como si un agujero grande y profundo se adueñara de mi cuerpo. Un agujero de nada, nada que no se siente porque ya no siento nada. Y salgo a la vida que no es más rosa sino gris y me calzo un pantalón ajustado y me pinto unos labios rojos, recojo los fragmentos de mi corazón y lo guardo en el botiquín, no sea que alguno de ellos aún tenga un leve latido que me haga sentir y me marcho. Voy a su encuentro, ya sin estómago que me produzca arcadas cada vez que él me toca, sin lágrimas que quieran salir al sentir que me hace suya de cuerpo pero no de alma porque la perra ahora la está destrozando con sus afilados dientes como si fuera un hueso de juguete. Él está ahí, en su costoso auto con vidrios polarizados, con su gorda panza y su pene pequeño, con su abultada billetera que todo lo compra, con su ego henchido, tan grande que no ve mi cara de asco, ni mi interés por lo que me da cuando yo dejo que me dé. La perra que ahora habita en mí y que a tomado posesión de este cuerpo sin alma y sin culpas, sin conciencia, ni moral ronronea como una gatita mimosa y ladina que sólo quiere conseguir su fin, ser de él para que lo de él sea de ella. Lo besa con pasión comprada, con besos pensados, con caricias ensayadas, lo hace sentir hombre cuando en medio de los besos ella busca con su mano el bultito que tiene en su entrepierna y que él cree único, enloquecedor, excitante por eso quiere que ella llegue a más, quiere que el auto sea su albergue mientras ella y su boca de perra hambrienta juegan con ese trozo de carne. Pero no, me he transformado en una perra pero él no lo sabe, así que pongo mi mejor cara de señora bien y le digo: - Acá no mi vida, que me da vergüenza. Mejor vamos a un lugar más tranquilo. Y él arranca el auto como poseído, afiebrado hasta el telo más cercano, apurado por descargar su hombría en un agujero que cree húmedo por él, pero que en realidad está excitado porque ya no hay ni asco, ni culpa, ni dolor, ni sentimientos. Porque la perra ya no me deja sentir, porque ya no espero el amor, porque sólo sé que con él puedo saldar mis cuentas. Con él y con cualquiera que el olfato de mi perra traiga hasta mí.

sábado, 24 de mayo de 2008

AUTOR EROTIKO INVITADO: GENERIQUE

Sugerencias del autor: Acompáñese con un Merlot Jóven, mientras escucha "Cup of Coffe" de Garbage ("...so no, of course...")
DESENCUENTRO
Llevo ya más de media hora esperando y aún no estoy seguro por qué estoy aquí. Terminamos ya hace algún tiempo, durante el cuál me las había arreglado bastante bien no sólo para mantenerme completamente alejado, sino para no saber de ella. Esto es, hasta hace dos días cuando recibí un mail suyo. - “Llámame” decía el mensaje, y firmaba con su nombre y número telefónico. Estuve el resto de la mañana y casi toda la tarde pensando si debía hablarle o simplemente borrar su mensaje. ¡Eso de poco hubiera servido! Pues esa solitaria palabra hacía eco en mi cabeza y siempre pude recitar de memoria su teléfono, y nunca llegué a borrarlo de mi teléfono. Habíamos terminado abruptamente, pero sin drama, y había pensado que de forma definitiva pero ahora no podía sacarla de mi cabeza. Finalmente tomé el teléfono y marqué su número, casi arrepintiéndome en cuanto escuché su voz al otro lado. Tras un segundo de silencio, que me pareció mucho más largo, atiné a decir - “Hola,” sólo eso. - “Hola. Necesito verte” fue lo que dijo y, sin realmente pensarlo, contesté - “El Sábado.” Sugirió el lugar y la hora y sin más terminamos la llamada. Han transcurrido ya cuarenta y cinco minutos y ahora no hago mas que repetirme que no he debido hablarle, - “esto ya terminó,” me dije - “hace mucho que terminó.” Y no ha podido elegir peor sitio, ¡ah! ¡Tantos recuerdos! Terminé la copa de vino que había pedido al llegar y estaba a punto de convencerme que era tiempo de marcharme cuando noté que estaba parada junto a la puerta. Apenas se cruzaron nuestras miradas recordé porque habíamos empezado a salir y porque habíamos regresado tantas veces. Mientras se acerca a la mesa me pongo de pie y retiro una silla de la mesa para que se siente. La saludo fríamente y la invito a tomar asiento con un ademán, mientras tanto ella se disculpa por el retraso. En cuanto se retiró el mesero que la había acompañado a la mesa, y a quien ordené una botella de tinto, ella me miró fijamente por un instante y retiró nuevamente la mirada; yo hice lo mismo, mientras pretendí no notar que los ojos se le había humedecido ligeramente. - “¿Por qué? ¿Qué nos pasó?” Me preguntó con la mirada aún fija en la servilleta que acaba de colocar sobre sus piernas. - “Lo siento,” le dije con voz suave - “nunca quise que fuera así. Pero sabemos que terminó, que no puede ser...” Y seguí por unos minutos, con el mismo tono, sin recriminar, sin culpables o responsables, pero pronto un nudo en la garganta me impidió continuar. Mientras pretendo prestar atención al mesero que sirve ya un par de copas de vino ella lleva la servilleta a sus ojos. Y es entonces cuando ella me mira de nuevo a los ojos y con una tímida sonrisa me dice - “Pero ¿podemos se amigos? ...antes que nada fuimos amigos. Siempre fuimos amigos...” poniendo su mano sobre la mía. De alguna forma esto resulta ser un alivio para mí. No podemos transitar de nuevo ese viejo camino, no podemos iniciar y romper de nuevo. No lo resistiría. Y mientras le aseguro que seremos amigos toda la tensión se disipa. El momento incomodo ha terminado. Nuestras copas se levantan y platicamos, platicamos de todo y reímos. Reímos como alguna vez lo hicimos, reímos como nunca. Finalmente ofrezco llevarla a su casa. Durante el camino hablamos poco, pero no hay tensión en el silencio; no siento que haya tensión. Una vez frente a su casa la acompañé hasta la puerta, dónde, de nuevo, me mira a los ojos como ella sabe hacerlo. Rodeo su cintura con mi brazo y la beso suavemente en los labios mientras me toma de la mano y me conduce al interior; ¡esto no debiera suceder! Culpo al vino, culpo a sus ojos, a los que jamás supe resistir. Conozco de memoria el camino a su habitación, así que no intento encender ninguna luz hasta que estamos ahí. En cuanto intento alcanzar el interruptor ella me detiene. Tanto que me gusta mirarla y ella siempre ha preferido la luz apagada. Mis quejas terminan en una muda protesta y las olvido tan pronto como ella pone sus brazos alrededor de mi cuello y me besa apasionadamente. Nos besamos algunos minutos más y mientras reconozco su sabor me encuentro ya totalmente excitado. Mis manos continúan rodeando su trasero mientras ella desabrocha mi camisa y casi violentamente termina de quitármela mientras la beso, primero detrás de la oreja, después en el cuello. Arqueo mi espalda ligeramente cuando clava sus uñas en mi espalda. Aprovechando éste movimiento ella recorre con sus uñas mi espalda, hasta mi cintura, y me desabrocha el pantalón, empezando por el cinturón y terminando por deslizar su mano sobre mi abdomen para detenerse justo donde mi excitación empieza. Con mano firme tras su nuca acerco sus labios de nuevo a los míos y mientras nos besamos pone su mano sobre mi pecho y me separa suavemente. Y doy sólo un pequeño paso atrás, mientras todavía puedo probar sus labios, antes de darme la vuelta para terminar de despojarme de lo que aún nos separa. Me doy la vuelta de nuevo, conservando ahora únicamente mis boxers, que ya no ocultan nada, para descubrir que sólo se a quitado los zapatos. ¡Ha recordado como me gusta desvestirla! Ya no quepo en mi y me cuesta trabajo no arrancarle la ropa y tirarla sobre la cama. En cambio, rodeo su espalda con mis brazos mientras la beso de nuevo, antes de empezar a liberarla de su ropa. La beso en todo el cuerpo, conforme la desnudo. Me detengo unos instantes en sus pechos ¡perfectos! Mientras intento desabrochar su pantalón con una mano beso su abdomen suavemente y una vez que el resto de su ropa desliza ya suavemente hasta el piso empiezo a besar sus piernas. Finalmente, con su pié entre mis manos, se encuentra ya frente a mi, totalmente desnuda. Y mientras acaricio suavemente sus corvas empiezo a besar nuevamente sus piernas, subiendo lentamente. Beso sobre sus rodillas, beso sus mulos, primero un poco por fuera, cada vez más adentro, ascendiendo lentamente, hasta que termino en su sexo húmedo. Me pierdo, me pierdo ahí un momento, me pierdo ahí por siempre, hasta que se estremece violentamente, dejando escapar un suave murmullo. Suave pero rápidamente me retira un poco, deslizando sus manos detrás de mi cabeza para terminar en mis hombros. Apenas me he dado cuenta que nos encontramos ligeramente apartados cuando ya está ella junto a mí, de rodillas igual que yo, besándome nuevamente. Con sus manos tras mi nuca y sus brazos rodeando mis hombros nos ponemos lentamente de pie. Y mientras seguimos besándonos me tira suavemente sobre la cama. Caemos juntos, ella sobre mí y en un movimiento que parecemos recordar nos volvemos uno. Casi sin pensarlo, la poseo, me tiene atrapado, ¡ya no somos dos! Apenas empiezo a moverme un poco ella se levanta un poco; sentándose ligeramente pone su mano sobre mi vientre para detenerme y es ahora ella quien empieza a moverse lentamente. Entre las tinieblas distingo su silueta ¡esa expresión! ¡Y todo lo demás! Mi instinto empieza a imponerse, no podré aguantar mucho más, ¡quiero todo! ¡Y no quiero que termine! Pero ella pone sus manos en mis hombros. Mientras se aleja más, subiendo el ritmo ¡nos acercamos más! Suavemente anido sus pechos con mis manos. Y ella espera sólo un momento antes de inclinarse hacia atrás. Mis manos han caído hasta su cintura mientras ella pone las suyas cerca de mis rodillas, sin dejar de moverse ¡volviéndome loco! Suavemente muevo una de mis manos a su vientre, y empiezo a descender, casi hasta donde nos juntamos. Primero lentamente, después al mismo ritmo con el que nos movemos. Y en círculos suavemente, con el ritmo que llevamos, después enérgicamente y hasta que nuevamente contiene el aliento y ¡se estremece violentamente! Gimiendo suavemente. - “Espera, ¡espera un momento!” me dice. - “¡Me matas! ¡No puedo más!” le digo. Y así se deja caer sobre mí. Un minuto, quizá dos, así permanecimos, su corazón corriendo, el mío persiguiendo el suyo y ambos con la respiración agitada. Hasta que, dándome un suave beso, justo donde se juntan el cuello, la mandíbula y la oreja ella empieza a moverse de nuevo, lentamente. Sólo atine a seguirle el ritmo, deslizando mis manos más allá de sus caderas, para tenerla tan cerca como fuera posible, para estar tan dentro ¡como nunca! Y el ritmo aumentó, hasta que ¡estallamos los dos! ¡Oh dios! ¡Juntos los dos! Y sobre mi se derrumbó, y yo sobre la almohada. Y por un momento reímos, jadeando, intentando recuperar el aliento. Lentamente se movió a un lado. Su cabeza sobre mi pecho, muy cerca de mi cuello y mi hombro. Con un brazo la envolví con mi otra mano apenas acaricie su rostro. Suavemente me dijo - “¡Te quiero!” Apenas alcance a decir - “Si.” Nos sumimos en un sueño profundo. Desperté cuando empezaba a amanecer, ella dormía aún. ¡Siempre me gustó verla dormir! Permanecí ahí unos minutos antes de besarla suavemente y deslizarme fuera de la cama tratando que no me sintiera. Apenas empezaba a bañarme cuando me alcanzo en la regadera. Sólo fue eso, un baño. Nos enjabonamos y nos enjuagamos otra vez. Pronto terminó y me apresuré a vestirme. Preparé un ligero desayuno mientras ella terminaba de arreglarse. Esperaba algo tranquilo, sencillo, quizá casi en silencio. Pero fue entonces que recordé porque habíamos terminado y mientras terminaba mi café me puse de pie y la besé, muy cerca de la boca dí la vuelta y me fui, sin decir más. No la volví a ver. -------------------------------------------------------------------------------
Agradezco la buena onda y el hermoso escrito de Generique, un amigo de México y aprovecho para invitarlos a que visiten su blog..

viernes, 23 de mayo de 2008

LITERATURA EROTIKA: "EL PERFUME" de PATRICK SÜSKIND

Capitulo 8:
"Se disponía ya a alejarse de la aburrida representación, cuando el viento le llevó algo, un átomo de fragancia, el indicio de una fragancia más que una fragancia en sí, y pese a ello la certeza de que era algo jamás olfateado antes. La fragancia era de una sutileza y finura tan excepcionales, que no podía captarla, escapaba una y otra vez a su percepción. Grenouille sufría un tormento. Por primera vez no era su carácter ávido el que se veía contrariado, sino su corazón el que sufría. Tenía que captarla, no sólo por la mera posesión, sino para tranquilidad de su corazón.
La excitación casi le produjo malestar.
Grenouille sintió palpitar su corazón y supo que no palpitaba por el esfuerzo de correr, sino por la excitación de su impotencia en presencia de este aroma. Esta fragancia tenía frescura, y era a la vez cálida. Esta fragancia era una mezcla de dos cosas, lo ligero y lo pesado. Una fragancia incomprensible, indescriptible, imposible de clasificar; de hecho, su existencia era imposible. Y no obstante, ahí estaba, en toda su magnífica rotundidad. Grenouille la siguió con el corazón palpitante porque presentía que no era él quien seguía a la fragancia, sino la fragancia la que le había hecho prisionero y ahora le atraía irrevocablemente hacia sí.
...Grenouille continuó caminando en la oscuridad. No necesitaba ver; la fragancia le conducía sin posibilidad de error.
...Extrañamente, la fragancia no se intensificó, sólo adquirió más pureza y, a causa de esta pureza cada vez mayor, ganó una fuerza de atracción aún más poderosa... En un punto determinado la fragancia le guió bruscamente hacia la derecha, al parecer contra la pared de una casa. Apareció un umbral bajo que conducía al patio interior. Una muchacha se hallaba sentada ante esta mesa, limpiando ciruelas amarillas. Las cogía de una cesta que tenía a su izquierda, las despezonaba y deshuesaba con un cuchillo y las dejaba caer en un cubo. Debía tener trece o catorce años.
Por un momento se sintió tan confuso que creyó realmente no haber visto nunca en su vida nada tan hermoso como esta muchacha. Sólo veía una silueta desde atrás, a contraluz de la vela. Pensó, naturalmente, que nunca había olido nada tan hermoso. Sin embargo, no podía creer que una fragancia tan exquisita pudiera emanar de un ser humano. Ahora olía que ella era un ser humano, olía el sudor de sus axilas, la grasa de sus cabellos, el olor a pescado de su sexo, y lo olía con el mayor placer. Su sudor era tan fresco como la brisa marina, el sebo de sus cabellos, tan dulce como el aceite de nuez, su sexo olía como un ramo de nenúfares, su piel... y la combinación de estos elementos producía un perfume tan rico, tan fascinante. Era la belleza pura.
Grenouille vio con claridad que su vida ya no tenía sentido sin la posesión de esta fragancia.
Se fue acercando. La muchacha no lo oyó.
Tenía cabellos rojizos y llevaba un vestido. Sus brazos eran muy blancos y las manos amarillas por el jugo de las ciruelas. Grenouille se inclinó sobre ella y aspiró su fragancia, ahora totalmente desprovista de mezclas, tal como emanaba de su nuca, de sus cabellos y del escote. Jamás había sentido un bienestar semejante. En cambio, la muchacha sintió frío.
El susto de verle la dejó pasmada, por lo que él dispuso de tiempo para rodearle el cuello con las manos. No vio su bonito rostro salpicado de pecas, los labios rojos, los grandes ojos verdes porque mantuvo bien cerrados los propios mientras la estrangulaba, dominado por una única preocupación: no perderse absolutamente nada de su fragancia.
Cuando estuvo muerta, la tendió en el suelo, le desgarró el vestido y la fragancia se convirtió en torrente que le inundó con su aroma. Apretó la cara contra su piel y la pasó, con las ventanas de la nariz esponjadas, por su vientre, pecho, garganta, rostro, cabellos y otra vez por el vientre hasta el sexo, los muslos y las blancas pantorrillas. La olfateó desde la cabeza hasta la punta de los pies, recogiendo los últimos restos de su fragancia en la barbilla, en el ombligo y en el hueco del codo.
Cuando la hubo olido hasta marchitarla por completo, permaneció todavía un rato a su lado en cuclillas para sobreponerse, porque estaba saturado de ella. No quería derramar nada de su perfume y ante todo tenía que dejar bien cerrados los mamparos de su interior. Después se levantó y apagó la vela de un soplo..."
extracto, resumido y adaptado del libro "El Perfume" de Patrick Süskind
más información sobre el libro y la película.

miércoles, 21 de mayo de 2008

PINTURA EROTIKA: "LA VENUS DEL ESPEJO" de VELAZQUEZ

Se mira, se contempla, tan indolente y majestuosa, tan sensual y erótica que se siente en el aire unas ganas de poseer ese cuerpo de curvas sinuosas que invita a amarla.
Sus caderas piden ser montadas hasta llegar al valle que se esconde entre sus nalgas y una vez en la puerta de su cueva negra dejarse caer al abismo, aún a riego de perder la cordura y quedar preso de los caprichos de esta diosa o de la ira de Marte.

viernes, 16 de mayo de 2008

ESCRITO EROTIKO... "LA CAIDA"

Enjuaga mis lágrimas con su boca, su lengua disfruta el sabor salado de mi llanto y ansiosamente se apodera de mis ojos, de mis lagrimales y bebe cada gota hasta secar mi llanto.
Limpia mi herida que no deja de sangrar, su sabor parece excitarlo porque siento como mira con deleite la sangre escurriéndose por mi pierna y antes que una gota toque el piso, él ya la limpia con su lengua. Se relame y aprieta con su mano para que salga más.
Lo miro extasiada, clava sus ojos en los míos y besa mi boca haciéndome probar el rojo néctar de mi herida, me excita, me muerde hasta lastimar mis labios, lo muerdo hasta saborear los suyos y mezclamos sabores, colores.
Mi corazón empieza a galopar, mi respiración a fallar, mi sexo a transpirar, a oler a deseo, él lo percibe y busca como un animal en celo probar su humedad y me hociquea, me lame, hurga con su lengua hasta encontrar el centro mismo del placer, y se hunde goloso, mientras sus dientes la mordisquean, su lengua me penetra, sus manos toman mis caderas y mi garganta jadeante se seca.
Contra su voluntad sale de mi entrepierna porque la dureza de su sexo le exige entrar, no pide permiso, él se siente amo y señor, dueño de este deseo. Me dejo llevar y ya no recuerdo ni mi caída, ni la herida en mi pierna, ni mis lágrimas, estoy en la cumbre misma del placer y cuando mi respiración se aquieta, mi cuerpo deja de estremecerse, él se acerca a mi oído y me pregunta:
- ¿Ahora te sentís mejor?

jueves, 8 de mayo de 2008

MUSICA EROTIKA... "ME GUSTAS MUCHO"

Me gusta como te vestís y como andás, me gusta tu pelo, tu cuerpo, me gustaría poderte bañar, también secarte y volverte a enjuagar.

QUIERO EROTIZAR...

TUS SENTIDOS, QUIERO QUE SIENTAS QUE LA PASIÓN SE PUEDE DESATAR ESCUCHANDO UNA CANCIÓN, LEYENDO UN ESCRITO... QUIERO EROTIZARTE HASTA EL PUNTO EN QUE CORRAS A BUSCAR A TU PAREJA, O A ESA PERSONA QUE TE SACA DEL AYUNO CARNAL CUANDO LA SOLEDAD SE ENCAPRICHA CON NO SOLTARTE MÁS, QUIERO QUE NO DEJES DE SENTIR, QUIERO QUE APRENDAS A SENTIR, QUIERO QUE HAGAS SENTIR...