sábado, 24 de mayo de 2008

AUTOR EROTIKO INVITADO: GENERIQUE

Sugerencias del autor: Acompáñese con un Merlot Jóven, mientras escucha "Cup of Coffe" de Garbage ("...so no, of course...")
DESENCUENTRO
Llevo ya más de media hora esperando y aún no estoy seguro por qué estoy aquí. Terminamos ya hace algún tiempo, durante el cuál me las había arreglado bastante bien no sólo para mantenerme completamente alejado, sino para no saber de ella. Esto es, hasta hace dos días cuando recibí un mail suyo. - “Llámame” decía el mensaje, y firmaba con su nombre y número telefónico. Estuve el resto de la mañana y casi toda la tarde pensando si debía hablarle o simplemente borrar su mensaje. ¡Eso de poco hubiera servido! Pues esa solitaria palabra hacía eco en mi cabeza y siempre pude recitar de memoria su teléfono, y nunca llegué a borrarlo de mi teléfono. Habíamos terminado abruptamente, pero sin drama, y había pensado que de forma definitiva pero ahora no podía sacarla de mi cabeza. Finalmente tomé el teléfono y marqué su número, casi arrepintiéndome en cuanto escuché su voz al otro lado. Tras un segundo de silencio, que me pareció mucho más largo, atiné a decir - “Hola,” sólo eso. - “Hola. Necesito verte” fue lo que dijo y, sin realmente pensarlo, contesté - “El Sábado.” Sugirió el lugar y la hora y sin más terminamos la llamada. Han transcurrido ya cuarenta y cinco minutos y ahora no hago mas que repetirme que no he debido hablarle, - “esto ya terminó,” me dije - “hace mucho que terminó.” Y no ha podido elegir peor sitio, ¡ah! ¡Tantos recuerdos! Terminé la copa de vino que había pedido al llegar y estaba a punto de convencerme que era tiempo de marcharme cuando noté que estaba parada junto a la puerta. Apenas se cruzaron nuestras miradas recordé porque habíamos empezado a salir y porque habíamos regresado tantas veces. Mientras se acerca a la mesa me pongo de pie y retiro una silla de la mesa para que se siente. La saludo fríamente y la invito a tomar asiento con un ademán, mientras tanto ella se disculpa por el retraso. En cuanto se retiró el mesero que la había acompañado a la mesa, y a quien ordené una botella de tinto, ella me miró fijamente por un instante y retiró nuevamente la mirada; yo hice lo mismo, mientras pretendí no notar que los ojos se le había humedecido ligeramente. - “¿Por qué? ¿Qué nos pasó?” Me preguntó con la mirada aún fija en la servilleta que acaba de colocar sobre sus piernas. - “Lo siento,” le dije con voz suave - “nunca quise que fuera así. Pero sabemos que terminó, que no puede ser...” Y seguí por unos minutos, con el mismo tono, sin recriminar, sin culpables o responsables, pero pronto un nudo en la garganta me impidió continuar. Mientras pretendo prestar atención al mesero que sirve ya un par de copas de vino ella lleva la servilleta a sus ojos. Y es entonces cuando ella me mira de nuevo a los ojos y con una tímida sonrisa me dice - “Pero ¿podemos se amigos? ...antes que nada fuimos amigos. Siempre fuimos amigos...” poniendo su mano sobre la mía. De alguna forma esto resulta ser un alivio para mí. No podemos transitar de nuevo ese viejo camino, no podemos iniciar y romper de nuevo. No lo resistiría. Y mientras le aseguro que seremos amigos toda la tensión se disipa. El momento incomodo ha terminado. Nuestras copas se levantan y platicamos, platicamos de todo y reímos. Reímos como alguna vez lo hicimos, reímos como nunca. Finalmente ofrezco llevarla a su casa. Durante el camino hablamos poco, pero no hay tensión en el silencio; no siento que haya tensión. Una vez frente a su casa la acompañé hasta la puerta, dónde, de nuevo, me mira a los ojos como ella sabe hacerlo. Rodeo su cintura con mi brazo y la beso suavemente en los labios mientras me toma de la mano y me conduce al interior; ¡esto no debiera suceder! Culpo al vino, culpo a sus ojos, a los que jamás supe resistir. Conozco de memoria el camino a su habitación, así que no intento encender ninguna luz hasta que estamos ahí. En cuanto intento alcanzar el interruptor ella me detiene. Tanto que me gusta mirarla y ella siempre ha preferido la luz apagada. Mis quejas terminan en una muda protesta y las olvido tan pronto como ella pone sus brazos alrededor de mi cuello y me besa apasionadamente. Nos besamos algunos minutos más y mientras reconozco su sabor me encuentro ya totalmente excitado. Mis manos continúan rodeando su trasero mientras ella desabrocha mi camisa y casi violentamente termina de quitármela mientras la beso, primero detrás de la oreja, después en el cuello. Arqueo mi espalda ligeramente cuando clava sus uñas en mi espalda. Aprovechando éste movimiento ella recorre con sus uñas mi espalda, hasta mi cintura, y me desabrocha el pantalón, empezando por el cinturón y terminando por deslizar su mano sobre mi abdomen para detenerse justo donde mi excitación empieza. Con mano firme tras su nuca acerco sus labios de nuevo a los míos y mientras nos besamos pone su mano sobre mi pecho y me separa suavemente. Y doy sólo un pequeño paso atrás, mientras todavía puedo probar sus labios, antes de darme la vuelta para terminar de despojarme de lo que aún nos separa. Me doy la vuelta de nuevo, conservando ahora únicamente mis boxers, que ya no ocultan nada, para descubrir que sólo se a quitado los zapatos. ¡Ha recordado como me gusta desvestirla! Ya no quepo en mi y me cuesta trabajo no arrancarle la ropa y tirarla sobre la cama. En cambio, rodeo su espalda con mis brazos mientras la beso de nuevo, antes de empezar a liberarla de su ropa. La beso en todo el cuerpo, conforme la desnudo. Me detengo unos instantes en sus pechos ¡perfectos! Mientras intento desabrochar su pantalón con una mano beso su abdomen suavemente y una vez que el resto de su ropa desliza ya suavemente hasta el piso empiezo a besar sus piernas. Finalmente, con su pié entre mis manos, se encuentra ya frente a mi, totalmente desnuda. Y mientras acaricio suavemente sus corvas empiezo a besar nuevamente sus piernas, subiendo lentamente. Beso sobre sus rodillas, beso sus mulos, primero un poco por fuera, cada vez más adentro, ascendiendo lentamente, hasta que termino en su sexo húmedo. Me pierdo, me pierdo ahí un momento, me pierdo ahí por siempre, hasta que se estremece violentamente, dejando escapar un suave murmullo. Suave pero rápidamente me retira un poco, deslizando sus manos detrás de mi cabeza para terminar en mis hombros. Apenas me he dado cuenta que nos encontramos ligeramente apartados cuando ya está ella junto a mí, de rodillas igual que yo, besándome nuevamente. Con sus manos tras mi nuca y sus brazos rodeando mis hombros nos ponemos lentamente de pie. Y mientras seguimos besándonos me tira suavemente sobre la cama. Caemos juntos, ella sobre mí y en un movimiento que parecemos recordar nos volvemos uno. Casi sin pensarlo, la poseo, me tiene atrapado, ¡ya no somos dos! Apenas empiezo a moverme un poco ella se levanta un poco; sentándose ligeramente pone su mano sobre mi vientre para detenerme y es ahora ella quien empieza a moverse lentamente. Entre las tinieblas distingo su silueta ¡esa expresión! ¡Y todo lo demás! Mi instinto empieza a imponerse, no podré aguantar mucho más, ¡quiero todo! ¡Y no quiero que termine! Pero ella pone sus manos en mis hombros. Mientras se aleja más, subiendo el ritmo ¡nos acercamos más! Suavemente anido sus pechos con mis manos. Y ella espera sólo un momento antes de inclinarse hacia atrás. Mis manos han caído hasta su cintura mientras ella pone las suyas cerca de mis rodillas, sin dejar de moverse ¡volviéndome loco! Suavemente muevo una de mis manos a su vientre, y empiezo a descender, casi hasta donde nos juntamos. Primero lentamente, después al mismo ritmo con el que nos movemos. Y en círculos suavemente, con el ritmo que llevamos, después enérgicamente y hasta que nuevamente contiene el aliento y ¡se estremece violentamente! Gimiendo suavemente. - “Espera, ¡espera un momento!” me dice. - “¡Me matas! ¡No puedo más!” le digo. Y así se deja caer sobre mí. Un minuto, quizá dos, así permanecimos, su corazón corriendo, el mío persiguiendo el suyo y ambos con la respiración agitada. Hasta que, dándome un suave beso, justo donde se juntan el cuello, la mandíbula y la oreja ella empieza a moverse de nuevo, lentamente. Sólo atine a seguirle el ritmo, deslizando mis manos más allá de sus caderas, para tenerla tan cerca como fuera posible, para estar tan dentro ¡como nunca! Y el ritmo aumentó, hasta que ¡estallamos los dos! ¡Oh dios! ¡Juntos los dos! Y sobre mi se derrumbó, y yo sobre la almohada. Y por un momento reímos, jadeando, intentando recuperar el aliento. Lentamente se movió a un lado. Su cabeza sobre mi pecho, muy cerca de mi cuello y mi hombro. Con un brazo la envolví con mi otra mano apenas acaricie su rostro. Suavemente me dijo - “¡Te quiero!” Apenas alcance a decir - “Si.” Nos sumimos en un sueño profundo. Desperté cuando empezaba a amanecer, ella dormía aún. ¡Siempre me gustó verla dormir! Permanecí ahí unos minutos antes de besarla suavemente y deslizarme fuera de la cama tratando que no me sintiera. Apenas empezaba a bañarme cuando me alcanzo en la regadera. Sólo fue eso, un baño. Nos enjabonamos y nos enjuagamos otra vez. Pronto terminó y me apresuré a vestirme. Preparé un ligero desayuno mientras ella terminaba de arreglarse. Esperaba algo tranquilo, sencillo, quizá casi en silencio. Pero fue entonces que recordé porque habíamos terminado y mientras terminaba mi café me puse de pie y la besé, muy cerca de la boca dí la vuelta y me fui, sin decir más. No la volví a ver. -------------------------------------------------------------------------------
Agradezco la buena onda y el hermoso escrito de Generique, un amigo de México y aprovecho para invitarlos a que visiten su blog..

viernes, 23 de mayo de 2008

LITERATURA EROTIKA: "EL PERFUME" de PATRICK SÜSKIND

Capitulo 8:
"Se disponía ya a alejarse de la aburrida representación, cuando el viento le llevó algo, un átomo de fragancia, el indicio de una fragancia más que una fragancia en sí, y pese a ello la certeza de que era algo jamás olfateado antes. La fragancia era de una sutileza y finura tan excepcionales, que no podía captarla, escapaba una y otra vez a su percepción. Grenouille sufría un tormento. Por primera vez no era su carácter ávido el que se veía contrariado, sino su corazón el que sufría. Tenía que captarla, no sólo por la mera posesión, sino para tranquilidad de su corazón.
La excitación casi le produjo malestar.
Grenouille sintió palpitar su corazón y supo que no palpitaba por el esfuerzo de correr, sino por la excitación de su impotencia en presencia de este aroma. Esta fragancia tenía frescura, y era a la vez cálida. Esta fragancia era una mezcla de dos cosas, lo ligero y lo pesado. Una fragancia incomprensible, indescriptible, imposible de clasificar; de hecho, su existencia era imposible. Y no obstante, ahí estaba, en toda su magnífica rotundidad. Grenouille la siguió con el corazón palpitante porque presentía que no era él quien seguía a la fragancia, sino la fragancia la que le había hecho prisionero y ahora le atraía irrevocablemente hacia sí.
...Grenouille continuó caminando en la oscuridad. No necesitaba ver; la fragancia le conducía sin posibilidad de error.
...Extrañamente, la fragancia no se intensificó, sólo adquirió más pureza y, a causa de esta pureza cada vez mayor, ganó una fuerza de atracción aún más poderosa... En un punto determinado la fragancia le guió bruscamente hacia la derecha, al parecer contra la pared de una casa. Apareció un umbral bajo que conducía al patio interior. Una muchacha se hallaba sentada ante esta mesa, limpiando ciruelas amarillas. Las cogía de una cesta que tenía a su izquierda, las despezonaba y deshuesaba con un cuchillo y las dejaba caer en un cubo. Debía tener trece o catorce años.
Por un momento se sintió tan confuso que creyó realmente no haber visto nunca en su vida nada tan hermoso como esta muchacha. Sólo veía una silueta desde atrás, a contraluz de la vela. Pensó, naturalmente, que nunca había olido nada tan hermoso. Sin embargo, no podía creer que una fragancia tan exquisita pudiera emanar de un ser humano. Ahora olía que ella era un ser humano, olía el sudor de sus axilas, la grasa de sus cabellos, el olor a pescado de su sexo, y lo olía con el mayor placer. Su sudor era tan fresco como la brisa marina, el sebo de sus cabellos, tan dulce como el aceite de nuez, su sexo olía como un ramo de nenúfares, su piel... y la combinación de estos elementos producía un perfume tan rico, tan fascinante. Era la belleza pura.
Grenouille vio con claridad que su vida ya no tenía sentido sin la posesión de esta fragancia.
Se fue acercando. La muchacha no lo oyó.
Tenía cabellos rojizos y llevaba un vestido. Sus brazos eran muy blancos y las manos amarillas por el jugo de las ciruelas. Grenouille se inclinó sobre ella y aspiró su fragancia, ahora totalmente desprovista de mezclas, tal como emanaba de su nuca, de sus cabellos y del escote. Jamás había sentido un bienestar semejante. En cambio, la muchacha sintió frío.
El susto de verle la dejó pasmada, por lo que él dispuso de tiempo para rodearle el cuello con las manos. No vio su bonito rostro salpicado de pecas, los labios rojos, los grandes ojos verdes porque mantuvo bien cerrados los propios mientras la estrangulaba, dominado por una única preocupación: no perderse absolutamente nada de su fragancia.
Cuando estuvo muerta, la tendió en el suelo, le desgarró el vestido y la fragancia se convirtió en torrente que le inundó con su aroma. Apretó la cara contra su piel y la pasó, con las ventanas de la nariz esponjadas, por su vientre, pecho, garganta, rostro, cabellos y otra vez por el vientre hasta el sexo, los muslos y las blancas pantorrillas. La olfateó desde la cabeza hasta la punta de los pies, recogiendo los últimos restos de su fragancia en la barbilla, en el ombligo y en el hueco del codo.
Cuando la hubo olido hasta marchitarla por completo, permaneció todavía un rato a su lado en cuclillas para sobreponerse, porque estaba saturado de ella. No quería derramar nada de su perfume y ante todo tenía que dejar bien cerrados los mamparos de su interior. Después se levantó y apagó la vela de un soplo..."
extracto, resumido y adaptado del libro "El Perfume" de Patrick Süskind
más información sobre el libro y la película.

miércoles, 21 de mayo de 2008

PINTURA EROTIKA: "LA VENUS DEL ESPEJO" de VELAZQUEZ

Se mira, se contempla, tan indolente y majestuosa, tan sensual y erótica que se siente en el aire unas ganas de poseer ese cuerpo de curvas sinuosas que invita a amarla.
Sus caderas piden ser montadas hasta llegar al valle que se esconde entre sus nalgas y una vez en la puerta de su cueva negra dejarse caer al abismo, aún a riego de perder la cordura y quedar preso de los caprichos de esta diosa o de la ira de Marte.

viernes, 16 de mayo de 2008

ESCRITO EROTIKO... "LA CAIDA"

Enjuaga mis lágrimas con su boca, su lengua disfruta el sabor salado de mi llanto y ansiosamente se apodera de mis ojos, de mis lagrimales y bebe cada gota hasta secar mi llanto.
Limpia mi herida que no deja de sangrar, su sabor parece excitarlo porque siento como mira con deleite la sangre escurriéndose por mi pierna y antes que una gota toque el piso, él ya la limpia con su lengua. Se relame y aprieta con su mano para que salga más.
Lo miro extasiada, clava sus ojos en los míos y besa mi boca haciéndome probar el rojo néctar de mi herida, me excita, me muerde hasta lastimar mis labios, lo muerdo hasta saborear los suyos y mezclamos sabores, colores.
Mi corazón empieza a galopar, mi respiración a fallar, mi sexo a transpirar, a oler a deseo, él lo percibe y busca como un animal en celo probar su humedad y me hociquea, me lame, hurga con su lengua hasta encontrar el centro mismo del placer, y se hunde goloso, mientras sus dientes la mordisquean, su lengua me penetra, sus manos toman mis caderas y mi garganta jadeante se seca.
Contra su voluntad sale de mi entrepierna porque la dureza de su sexo le exige entrar, no pide permiso, él se siente amo y señor, dueño de este deseo. Me dejo llevar y ya no recuerdo ni mi caída, ni la herida en mi pierna, ni mis lágrimas, estoy en la cumbre misma del placer y cuando mi respiración se aquieta, mi cuerpo deja de estremecerse, él se acerca a mi oído y me pregunta:
- ¿Ahora te sentís mejor?

jueves, 8 de mayo de 2008

MUSICA EROTIKA... "ME GUSTAS MUCHO"

Me gusta como te vestís y como andás, me gusta tu pelo, tu cuerpo, me gustaría poderte bañar, también secarte y volverte a enjuagar.

QUIERO EROTIZAR...

TUS SENTIDOS, QUIERO QUE SIENTAS QUE LA PASIÓN SE PUEDE DESATAR ESCUCHANDO UNA CANCIÓN, LEYENDO UN ESCRITO... QUIERO EROTIZARTE HASTA EL PUNTO EN QUE CORRAS A BUSCAR A TU PAREJA, O A ESA PERSONA QUE TE SACA DEL AYUNO CARNAL CUANDO LA SOLEDAD SE ENCAPRICHA CON NO SOLTARTE MÁS, QUIERO QUE NO DEJES DE SENTIR, QUIERO QUE APRENDAS A SENTIR, QUIERO QUE HAGAS SENTIR...