Me quiero vengar por hacerme sentir una mezcla de odio y deseo.
Por mi cuerpo que no te olvida, por mis pensamientos que te detestan.
Por mis ilusiones hechas trizas y por tus caricias que me elevaron.
Me quiero vengar y por eso endulzo tus oídos suplicándote que nos encontremos en tu casa, porque los hombres nunca rechazan a una mujer, porque nunca piensan con la cabeza o será porque justamente siempre piensan con ella que una los puede engatusar.
Me quiero vengar por eso cuando llego te beso la comisura de tus labios, tomo tu mano y te llevo al dormitorio. Te desnudo lentamente, desprendo uno a uno los botones de tu camisa y la deslizo por tus brazos, tu boca respira deseo en mi cuello, me erizo y me agacho mientras desprendo el cinto de tu pantalón, bajo el cierre y este cae presuroso al piso. Tus manos me quieren imitar pero hoy yo dirijo el juego y te empujo sobre la cama y ante tu sorpresa saco un par de esposas y con ellas aprisiono tus muñecas a los barrotes de la cama. Enciendo la música y me envuelvo en su melodía mientras comienzo un baile erótico que me desnuda.
Veo tu pene encendiéndose bajo tu slip y te libero de él, quiero verlo al rojo vivo, ver como se ensancha, se erecta buscando mi agujero húmedo que lo ayude a calmar su pasión. Pero hoy sólo me quiero vengar y mi baile, ya sin ropa, continúa conmigo misma, con mis manos que me recorren, me acarician, llegan hasta mi vagina húmeda de deseo y mis dedos se mojan en su jugo y suben hasta mi boca y me relamo de placer, los vuelvo a mojar y acaricio con ellos la comisura de tu boca. Tu lengua se saborea, me pide más y me subo a la cama y dejo mi vagina frente a tu cara, para que la huelas, la saborees, le ruegues que caiga sobre tu pene que ya estalla.
-Hoy no mi vida- pienso dentro de mí y me siento a los pies de la cama, frente a vos y tomo tu pie, lamo tus dedos, con uno de ellos recorro mi sexo que empapa tus sentidos, me suplicas que te suelte, forcejeas con las esposas que te mantienen alejado de mí. Tu pie vibra en mi entrepierna, mi vulva a punto de estallar, tu pene que suplica mientras una lágrima blanca rueda por su erección. Cierro los ojos y un vuelo orgásmico sacude mi cuerpo, me aferro a tu pie, lo adentro más, gimes ya no sé si de placer o de dolor, gimo de placer, de dolor hasta que llego al climáx y mi respiración recupera su ritmo, abro los ojos y veo el mar de espuma blanca salpicando tu vientre. Me levanto calmada, tu mirada me sigue, tus manos vencidas cuelgan del respaldar, me visto tranquila, te tiro las llaves de las esposas y me voy.
viernes, 11 de julio de 2008
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11 comentarios:
Estoy seguro que esto viola la convención de Ginebra ¡en más de una forma!
¡Exelente relato! Muy intenso.
¡Sonrie!
generique: me alegro que te gustara... y buscaba justamente intensidad, veo que lo logré
Muy bueno.
Si realmente buscabas intensidad, lo lograste. Y si también buscabas hacerme poner incómodo por leer esto en la oficina, también lo lograste. Me gustó mucho este blog. Lo voy a agregar a mis favoritos.
waitman: gracias por tus palabras, espero que tu incomodidad no haya durado mucho...
Tenés aún las esposas?
yo tengo un catre y un pie dispuesto
No se preocupe graciela... duró lo que tenía que durar.
némesis: las querés?
trepanador: pero el catre no tiene respaldo o sí?
waitman: bueno me alegro que no haya perturbado tanto su jornada laboral
si!, me da verguenza comprarlas!
némesis: cuándo cumplís años?
el 6 de noviembre!!!
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